Por años este lugar fue ícono de como podemos arruinar cualquier cosa, al dejar una obra como esta en completo y absoluto estado de abandono, reduciendo aún más los pocos lugares que para el esparcimiento tiene el caraqueño... Pero ahora El Calvario es la viva imagen que, cuando se quiere, las cosas pueden hacerse bien y por el bien de todos.
Apenas se baja uno de la estación del metro El Silencio y divisa esas intimidantes escaleras, se nota el cambio: este es ahora un lugar que pertenece a los caraqueños, un lugar limpio, con seguridad, ordenado, con panorámicas espectaculares de la ciudad, con mucho verde del que tanto adolece Caracas, con sentido de pertenencia e historia, con orgullo y emoción...
Y si creen que el sentimiento de orgullo que me embarga por este lugar está sobredimensionado, pues no me crean y acérquense hasta alla! Algunas fotos:
en las instalaciones de El Calvario funciona el Café Venezuela, con obviamente venta de café, jugos, tortas, unos tequeños medio dulzones pero buenos, sandwiches... Un buen sitio para pasar un buen rato...